lunes, 18 de diciembre de 2017

¡ESTAD ALEGRES; EL SEÑOR ESTÁ CERCA!

EUCARISTÍA DEL DOMINGO 17 DE DICIEMBRE DE 2017. TERCER DOMINGO DE ADVIENTO

MONICIÓN DE ENTRADA


-Buenos días, hermanas y hermanos. Ya estamos en el tercer domingo de adviento. Durante las semanas anteriores hemos ido quitando de nuestra vida aquello que nos estorbaba para poder recibir y acoger a Jesús esta Navidad, es decir, para recibir y acoger a las personas que lo necesitan.


-El primer domingo de Adviento vimos la necesidad de estar atentos, vigilantes, para ser capaces de descubrir las necesidades de nuestro mundo y quitamos de nuestro portal aquellos adornos que nos estorbaban. El domingo pasado se nos invitó a romper nuestras seguridades, eliminando fronteras y muros que nos separan del hermano, y por eso quitamos las paredes de nuestro portal.

-Todavía nos queda mucho por hacer. Hoy nos toca el tejado del portal. Hay que derribarlo. No nos gustan los tejados. ¿ Os sorprende? Es verdad que nos proporcionan comodidad, ¿no?. Gracias a ellos no nos mojamos cuando llueve. También funcionan como un magnífico sombrero, que nos evitan la luz solar directa y por tanto el riesgo de quemaduras e insolación. La verdad es que parece que no está mal tener un buen tejado.

-Pero también el tejado puede ser negativo: nos ponemos tejados que nos impiden “mojarnos” por los demás; tejados que no nos dejan salir de nuestra comodidad; tejados que nos ensombrecen sin dejarnos recibir la luz ni sentir el calor y nos vuelven fríos y egoístas. Y el tejado también nos impide, por la noche, ver las estrellas, no nos deja ver la estrella que nos guía hacia Jesús.

-La liturgia de hoy nos invita a salir, a ser portadores con alegría de “buena noticia”; estamos invitados a preparar el camino, y dar testimonio de que el mundo, con Jesús, puede cambiar.

-No podremos allanar ni preparar el camino sin salir al camino. Vamos a dejar a un lado nuestra comodidad y a eliminar aquellos tejados que suponen un obstáculo para salir. (Vamos a eliminar el tejado)


PERDÓN

-Perdón, Señor, por todas las acciones y omisiones que me separan de mis hermanos. Señor, ten piedad.

-Perdón ,Señor, por mi indiferencia, egoísmo y comodidad. Cristo, ten piedad.

-Perdón, Señor, por mi falta de alegría. Señor, ten piedad.


PETICIONES
 

1.- Jesús, queremos ser testigos de tu Luz. Abre nuestros ojos para ver mejor las necesidades de los demás. Te lo pedimos, Señor.

2.- Jesús, queremos ser testigos de tu Luz. Abre nuestros oídos para saber escuchar y respetar a todos, aunque no piensen como nosotros. Te lo pedimos, Señor.

3.- Jesús, queremos ser testigos de tu Luz. Abre nuestra boca para decir cosas buenas de los demás, para bendecir y sonreír. Te lo pedimos, Señor.


4.- Jesús, queremos ser testigos de tu Luz. Abre nuestro olfato para saber apreciar todo lo bueno que nos regalas cada día: los árboles y plantas, el alimento, la naturaleza… Te lo pedimos, Señor.

5.- Jesús, queremos ser testigos de tu Luz. Abre nuestras manos y todos los poros de nuestra piel para acoger, para acariciar y para construir un mundo mejor. Te lo pedimos, Señor.


HOMILÍA

-A lo largo de estas semanas se nos ha ido invitando a preparar el camino para que Jesús pueda vivir en nuestro mundo. Estar atentos, romper los muros, salir fuera de nosotros mismos, de nuestra comodidad; para acoger, abrazar, para devolver la esperanza a los que la han perdido.

-Uno de los obstáculos más grandes que nos ponemos a la hora de salir fuera de nosotros, a la hora de dar testimonio de esa Luz que llevamos dentro, es la tristeza.

La Palabra de Dios en la segunda lectura comienza de esta manera: “Hermanos, estad siempre alegres”.

-Encontramos mil excusas para no estar alegres y nos refugiamos en la amargura y en la tristeza. Y a pesar de todo aquello que necesitamos cambiar, de todo lo que nos destroza, hay miles de motivos más para la alegría y para confiar en que este mundo se puede mejorar. Millones de personas dan su vida a diario para que este mundo sea mejor. Nosotros damos la vida en muchas ocasiones sin darnos cuenta. -Pero solemos fijarnos más en los errores que en los logros. Y perdemos la cuenta de tantos y tantos seres humanos silenciosos que van entregando el mismo espíritu que Jesús entregó cuando hace miles de años quiso venir para quedarse entre nosotros. No podemos esperar que el mundo cambie si no cambiamos nuestro espíritu triste y amargado.

-Que estemos alegres en el Señor, es nuestro deseo para estos días de Adviento que aún nos quedan. Esperemos a Jesús con el espíritu encendido.





PAZ


En el gesto de la paz los niños repartirán emoticonos con caritas sonrientes como signo de que tenemos que estar alegres.


PADRENUESTRO

Además de rezar el padrenuestro, escucharemos antes el Padrenuestro de la alegría. 




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