domingo, 10 de febrero de 2019

FIESTA DE Nª Sª DE LOURDES

Un año más celebramos la fiesta de la Virgen de Lourdes. Y como una imagen vale más que mil palabras, os dejamos fotos por valor de muchos miles de palabras...

































EL PORCHE Nº 39

Os presentamos una nueva edición de nuestra revista parroquial "El Porche". Y ya vamos por el nº 39. Para ir abriendo boca, os dejamos el editorial:


EDITORIAL

La vida nos trae de todo. También momentos en los que lo vemos todo negro, sin salida, sin esperanza. A veces llegamos a sentirnos desahuciados, sin futuro, como si ya estuviéramos muertos y no tuviéramos ninguna posibilidad de cambiar las cosas. En la Biblia, el profeta Ezequiel expresa esa situación psicológica con la metáfora de los huesos secos. Dichos huesos representan a las personas que viven su vida sin ilusión ni esperanza, sin ver en el horizonte ningún atisbo de un futuro que merezca la pena.
Cuando un cadáver queda reducido a huesos secos, ¿cabe ya la esperanza de que reviva? Eso le pregunta Dios a Ezequiel. La respuesta espontánea que daríamos nosotros, que tan a menudo vivimos inmersos en esos bucles ciegos que nos parecen abocados a la nada, es que no: el peso de nuestra rutina, de nuestros hábitos insanos, de nuestros corazones empequeñecidos y endurecidos por los afanes y las luchas de nuestra vida, nos empuja a negar cualquier posibilidad de cambio.
Sin embargo, en ese célebre pasaje bíblico, el cambio llega. No de los huesos, inertes y secos, sino del Espíritu de Dios, invocado por el profeta con las palabras que Dios mismo ha puesto en su boca.
Tampoco en nuestra vida gris cabe esperar que el cambio llegue de nosotros mismos. Siempre es un don que la Palabra de Dios nos ofrece y que nosotros podemos aceptar o rechazar. Siempre es verse trasladado a una vida nueva, regida por criterios diferentes, porque en realidad es la vida misma de Dios que se nos regala.
Es Él quien nos dice “¡Vive!”, es decir: “¡Sé quien realmente eres! ¡Sé quien te he destinado a ser!”. Y su palabra nos cambia, haciéndonos empezar a mirarnos y a mirar a los demás con ojos nuevos, con los ojos de Dios.
J. P. Tosaus