domingo, 8 de marzo de 2020

CONVERTÍOS A MÍ DE TODO CORAZÓN (2): EL AIRE

               Seguimos en cuaresma, y entramos hoy en el segundo domingo.  Hace 10 días, en el miércoles de ceniza, poníamos en la pared el símbolo del árbol al que le quitábamos las hojas y se quedaba desnudo, preparándose para el invierno. Quería significar lo mismo que para nosotros en nuestra cuaresma: para “convertirnos de todo corazón” necesitamos desembarazarnos de todo lo que nos aleja de Dios, y presentarnos ante Él solo con lo que somos, no con lo que tenemos.
            Así, cada domingo de esta cuaresma nos estamos fijando en una cosa importante de nuestra vida religiosa que vaya vistiendo poco a poco nuestro árbol. El domingo pasado era la tierra, que significaba el lugar donde tienen que agarrarse nuestras raíces. Imposible que un árbol de flores y fruto sin tierra: imposible convertirnos si no nos enraizamos en Dios.

            Hoy vamos a fijarnos en otro elemento primordial para crecer y para la vida. El aire. Las plantas necesitan el oxígeno y el CO2 que contiene el aire para poder hacer la fotosíntesis, es decir, para convertir las sustancias inorgánicas que la raíz coge de la tierra, en alimentos orgánicos para subsistir y para producir fruto.
            Así como son necesarios unos cimientos fuertes, una tierra buena como decíamos la semana pasada, para poder hacer palanca sobre un lugar seguro y así poder mover el mundo, también es necesario moverse. Eso es lo que queremos que signifique hoy el aire que necesita nuestro árbol.
            No podemos “hacer 3 tiendas”, como dice Pedro en el Evangelio de hoy, y quedarnos tan comodones en nuestro Monte Tabor particular. El aire, el viento de Jesús, nos debe empujar a salir de nuestro bienestar, se nos tiene que notar, allá donde estemos, que trabajamos por construir el Reino de Dios en esta tierra. La construcción del Reino debe ser para cada uno de nosotros una necesidad tan imperiosa como el respirar ese aire que ahora mismo entra por nuestra nariz y nuestra boca. La gente de nuestro alrededor tiene que notar, más que nuestro aire, nuestro “cierzo” interior. (Colocar dibujo del viento en el árbol).
            Quisiera también recordar el día internacional de la mujer que se celebra hoy. Recordarlo para que cunda el respeto y la admiración hacia las mujeres, para que se reconozca su trabajo y su labor en todos los órdenes de la vida, para que seamos, hombre y mujer, iguales a los ojos de Dios y de las personas, y, ya que estamos, también en el orden religioso. El domingo pasado hubo una concentración para pedir igualdad de la mujer dentro de la Iglesia. Ya es hora.


Peticiones de perdón.-
1-    Hoy queremos pedir perdón por las veces que cerramos los ojos a las necesidades de los demás y nos resguardamos en la comodidad de nuestra casa. Señor, ten piedad.
2-    También te pedimos perdón por las veces que no reflejamos nuestra alegría de ser cristianos en el día a día, por ser unas personas que transmiten tristeza. Cristo, ten piedad.
3-    Por último, queremos pedir perdón por las veces que estamos a sabiendas en lugares donde el ambiente no es bueno, respirando situaciones contaminadas que sabemos no son buenas para nuestro desarrollo. Señor, ten piedad.
           
Peticiones.
1-    Para que el espíritu de Jesús llene nuestros pulmones y nuestros corazones de su conocimiento y sepamos transmitirlo a los demás. Danos tu espíritu, Señor.
2-    Para que la igualdad, el trato y el respeto a todas las mujeres se fortalezca en nuestra sociedad. Danos tu espíritu, Señor.
3-    Para que desde el monte Tabor de cada uno no nos quedemos embobados mirando al cielo, y aprovechemos nuestra posición de privilegio para ver las necesidades de los que viven debajo, la vida real. Danos tu espíritu, Señor.
4-    Para que en esta Cuaresma compensemos los momentos importantes de tener que estar parados y con los pies en la tierra con los momentos importantes de tener que estar moviéndonos por el aire. Danos tu espíritu, Señor.

Padrenuestro.
            Antes de rezar el Padrenuestro, vamos a inflar cada uno un globo con nuestro aire, nuestro espíritu. (Repartir los globos). Y mientras lo rezamos, vamos a agitarlo con el significado de que lo que pedimos en la oración a nuestro Padre lo vamos a airear a nuestro alrededor, no se va a quedar entre las cuatro paredes del templo.

Final de la misa.
            Tiraremos todos los globos al aire y jugaremos con ellos unos momentos. Hace falta salir de la misa con alegría y sonrisa en nuestras caras.

domingo, 1 de marzo de 2020

CONVERTÍOS A MÍ DE TODO CORAZÓN (1): LA TIERRA


Hoy es el primer domingo de esta nueva cuaresma que iniciamos el miércoles pasado con la imposición de la ceniza. Tiempo de reflexión, de volver a la esencia de nuestra fe, de volver a Jesús. Es un tiempo de preparación, para poder celebrar la Pascua, la Resurrección de Jesús de corazón. Por eso el lema que os proponemos este año: CONVERTÍOS A MÍ DE TODO CORAZÓN. Y la conversión, el volver a ser discípulos de Jesús de manera consciente, es un camino, un proceso. Podría asemejarse al proceso que lleva la naturaleza cada año a renovar los paisajes, la vegetación. Se necesita el frio, los días nublados para que caigan la hojas secas y los frutos podridos y que nos quedemos en la esencia, en el árbol desnudo. A partir de aquí y gracias a la tierra, el aire, el sol, el agua, los cuidados pacientes, el árbol vuelve a reverdecer, a llenarse de hojas que dan sombra y frescor y a dar fruto. Por eso tenemos aquí este dibujo del árbol seco, que es como comenzamos este periodo de conversión, intentando quedarnos vacios, desnudos, para poder ir llenando nuestras venas de la vida de Jesús y empezar a revivir con la Resurrección.
Lo primero que hace falta es tierra donde asentarse, donde plantar el árbol. Esta tierra tiene que ser rica en nutrientes, los que saben de campo o tienen huerto lo saben de sobra. No todas las tierras sirven. Y además muchas veces en la tierra hay semillas de malas hierbas que nos roban energía y que estropean la tierra. Tenemos que procurar tener la tierra en buen estado, bien labrada y con todos los fertilizantes necesarios. Y estar pendientes de vigilar que no crezcan las malas hierbas. A veces nos dejamos llevar por la comodidad de no preparar la tierra, o dejar que crezcan las malas hierbas que normalmente crecen más rápido, sin esfuerzo y llenan la tierra de verdor a veces con flores muy bonitas pero que al final nos estropean el suelo y nos distraen de nuestro destino, que es dar frutos. Nuestro corazón tiene que ser como una buena tierra preparada para que el árbol reviva y de frutos.
Hoy vamos a estar atentos, a la luz de la palabra, de reconocer esas tentaciones que a cada uno tiene en su corazón, esas malas hierbas que tienen a crecer de manera rápida, cómoda y espontánea. Vamos a intentar seguir el ejemplo de Jesús y rechazar aquello que nos separa de nuestro camino de conversión.

Perdón
Porque muchas veces nos dejamos llevar por la tentación del miedo que nos provoca el remover la tierra en la que estamos arraigados, por si encontramos cosas que no nos gustan. Señor ten piedad
Por todas las veces que rechazamos la ayuda, el consejo, la crítica de nuestros hermanos porque pensamos que nosotros solos, somos capaces de vivir nuestra fe y convertir nuestro corazón. Cristo ten piedad
Por las veces en que nos dejamos llevar por la comodidad y la seguridad de nuestra comunidad y no salimos de nuestras celebraciones, nuestros grupos y nuestra seguridad para ser una autentica Iglesia con corazón. Señor ten piedad

Monición a las lecturas

Escuchemos con atención las lecturas de hoy que nos orientan hacia una buena preparación de nuestro corazón para recibir el mensaje de vida eterna de Jesús. En la primera lectura del génesis recordamos el proyecto de Dios sobre nosotros, que somos vida a partir de la tierra, parte de su creación, y que estamos sujetos a las leyes de la naturaleza. En la carta del apóstol San Pablo, nos recuerda que a pesar de nuestras negaciones a nuestra esencia, a nuestro creador, Jesús nos sigue ofreciendo una vida eterna de acuerdo al plan inicial de la creación. Por último el Evangelio nos ofrece el ejemplo de Jesús que se mantiene fiel al proyecto del Reino a pesar de todas las distracciones que encontró en su vida y como con la oración supo rechazar la tentación.

Peticiones
Desde la sencillez de la tierra de nuestro corazón, que se esfuerza esta cuaresma en ser fértil para Dios y para los demás, acudimos a ti, Padre nuestro, para presentarte nuestros deseos y para que recrees en nosotros la experiencia de tu amor. OREMOS : Ayúdanos Padre a convertir nuestro corazón
• Dale, Señor, a tu Iglesia, un corazón con valor para dar con nuevos caminos, que construya vida a su alrededor, con creatividad, que tenga una profunda experiencia de ti, que sea experta en humanidad, que se prolongue hacia los últimos, que anuncie a Jesús de Nazaret. OREMOS
• Dale, Señor, a nuestro mundo, un corazón que sepa acoger la diferencia sin asustarse, que viva la no violencia, que defienda la justicia, la vida, la paz y que respete y disfrute de la naturaleza. OREMOS
• Dale, Señor, a nuestra comunidad parroquial de Valdefierro, un corazón que sepa leer la vida como historia de salvación, que esté dispuesto al encuentro contigo. Que te busque en todo y en todos, te encuentre y te contemple en las luces y en las sombras. OREMOS
• Danos a todos nosotros, Padre, un corazón que sepa compartir, que no acumule “cosas”, sino que se llene de personas. Un corazón que goce con quienes gozan, que sufra con quienes sufren, que sea libre para liberar, que su absoluto seas Tú, que considere relativo todo lo demás. OREMOS
• Danos también a nosotros, Padre, un corazón humilde que sepa diferenciar la mala hierba de las semillas del amor de Jesús, para que sepamos rechazar las tentaciones de cada día. OREMOS

Escucha, Padre, nuestra oración, y ayúdanos a convertirnos a Ti de todo corazón.

Ofertorio
Con estas hojas secas, caídas de las ramas del árbol de nuestro corazón, queremos ofrecerte todo aquello de lo que nos desprendemos en esta cuaresma, para estar libres e iniciar de nuevo tu camino en comunidad y poder dar frutos para la construcción de tu Reino.
Con esta maceta llena de tierra, te ofrecemos nuestro empeño en preparar un corazón sin malas hierbas y con todos los nutrientes necesarios para acoger y hacer crecer tu buena nueva entre nosotros.
Con el pan y el vino te ofrecemos los frutos que la tierra nos da con tu ayuda y con nuestro compromiso, y que nos permiten vivir entre nosotros la Buena Noticia de Jesús.
Oración

Por los millones de estrellas que brillan en el oscuro universo, Señor, quiero darte las gracias con un verso. Por el aire y el sol, puros y claros, te damos las gracias, Señor; por la hierba que crece en los prados, te damos las gracias, Señor; por todas las flores hermosas, por los árboles de copas frondosas, por las aves de voz melodiosa, te damos las gracias, Señor. La verde tierra se adentra en el mar y quienes vivimos aquí podemos recorrerla y disfrutar de sus montes y caminos, sus vacas, ovejas y cabras, sus ríos y sus rocas, sus playas y su arena. Gracias, Señor, por darnos esta tierra. Amén.