domingo, 15 de diciembre de 2013

EL MUNDO ESPERA A JESÚS... EN NUESTRAS PALABRAS

EUCARISTÍA DEL DOMINGO 15 DE DICIEMBRE DE 2013


3er DOMINGO DE ADVIENTO


Monición de entrada


Buenos días.

Avanzamos con el adviento y ya estamos en el tercer domingo. Encendemos la tercera vela de este adviento como signo de la luz que va a llegar en la navidad.

Hoy vamos a reflexionar sobre la palabra. El mundo te espera en tu palabra.

La palabra es necesaria para comunicarnos. Con las palabras transmitimos sentimientos, conocimientos, historias, ofensas y alabanzas….Por la Palabra se nos reveló Dios en Jesús.

Quizá debamos callarnos, hoy día hay demasiadas palabras. Muchas son palabras que hacen daño, otras palabras vacías, palabras equívocas. Pero no, creo que debemos hablar. Quizá faltan palabras de esperanza, de ilusión, de amor.

Es mejor el silencio que una mala palabra. Tenemos que esforzarnos en que nuestras palabras sirvan para mejorar el mundo en que nos ha tocado vivir, para proclamar nuestra esperanza y para anunciar la buena noticia. Como dice el evangelio de hoy, para preparar el camino del Señor que trae la Palabra Eterna.

Hemos repartido al inicio una palabra a todos. La vamos a tener a mano durante la misa. Esta palabra tiene un valor evangélico y junto con las palabras de los demás quiere expresar al mundo el mensaje que Jesús nos confió y que empieza por su encarnación entre nosotros. Tratemos de vivir esta Eucaristía centrados en la Palabra y con nuestra pequeña palabrita en la mente y el corazón.

 

Acto penitencial

Muchas veces no escuchamos y no llegamos a creernos tu palabra. Señor ten piedad

Por todas esas palabras vacías o que lanzamos para ofender. Cristo ten piedad.

Por la palabra de consuelo y ternura que nos guardamos aunque sea por timidez. Señor ten piedad

 

Monición a las lecturas

En la primera lectura de Isaías se anuncia de manera muy poética el momento en el que acabará la espera del pueblo de Israel. Anuncia el cambio radical que se producirá en el mundo y en toda situación de limitación, de pena y aflicción cuando venga nuestro Dios en persona al mundo. Entonces llegará el cántico y la alegría perpetua. Es el mensaje que debemos transmitir con nuestra palabra en este adviento.

En la segunda lectura, el apóstol Santiago en su Carta nos anima a esperar con paciencia la venida de Jesús. Lo compara con el agricultor que siembra y pasa meses de espera hasta poder ver los primeros brotes en su campo tras las lluvias de la primavera. Nos advierte para que en la espera, a veces difícil, no entremos en conflicto con nuestros hermanos. El Señor está cerca.

En el Evangelio de Mateo, vemos como ante las dudas que tiene Juan por si ha llegado el que estaban esperando, Jesús le dice a sus discípulos: Id y contad a Juan lo que oís y veis: los ciegos ven y los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos resucitan y se anuncia a los pobres la Buena Nueva. Les anima a que por sus palabras hagan saber que trae un cambio que queda más allá de la lógica, difícilmente creible si no se experimenta personalmente. Tanto es así que añade: dichoso aquel que no halle escándalo ante mi.

Homilía


Tras escuchar la Palabra de Dios, que hoy nos hablaba de esperanza y de cambio, que nos implica para ser mensajeros, con la vida y también con la palabra, para preparar al mundo y que pueda recibir a Jesús y su Buena Nueva, vamos a coger las palabras que nos han repartido al inicio de la eucaristía.

Unas palabras son más pequeñas, otras más largas. Son de distintos tamaños y formas. Igual que nosotros, no hay dos que seamos iguales. Con unas nos sentiremos más identificados y con otras sentiremos cierta dificultad. Pero todas estas y muchas más palabras son necesarias, todas por igual, en el mundo de hoy, un mundo lleno de desesperanza, crisis, sufrimiento, egoísmo, dolor y necesidad; un mundo que está en ESPERA, que necesita un anuncio que le devuelva la alegría y la esperanza. Vamos a salir y cada uno va a ir poniendo su palabra con las demás, para entre todas formar el gran corazón acogedor que tiene que ser nuestra Iglesia y que es la que el mundo espera.

Esta palabra que hemos cogido y que ahora ponemos con las demás, guardémosla en el corazón y en la memoria, para que durante lo que queda de adviento y navidad intentemos vivirla con intensidad: tratemos de llenar nuestra palabra de vida y no llenar nuestra vida de palabras. Que nuestra vida quede impregnada de la palabra que hoy depositamos al pie del altar.

Oración de los fieles

Por la Iglesia, por todos los cristianos, desde el Papa hasta nuestra parroquia de Valdefierro, para que lleve palabras llenas de consuelo, de amor, de justicia y de paz a nuestro mundo. Roguemos al Señor.

Por todas las personas que creen que con palabras vacías se puede arreglar el mundo y no dejan de decir palabras y palabras mientras sus vidas no cambian. Roguemos al Señor.

Por todos aquellos que viven en soledad, que no tienen ni una palabra de ánimo de alguien que se la diga de corazón, que encuentren en nosotros la palabra que tiene vida. Roguemos al Señor.

Por las situaciones y países que llenan nuestros telediarios de palabras dolorosas como guerra, refugiados, hambre, muerte, violencia…. Que ayudemos con nuestra vida y nuestra palabra de manera que disminuya en lo posible su sufrimiento y haya un lugar para la esperanza. Roguemos al Señor.

Para que a nuestra Iglesia no le asuste utilizar palabras de denuncia frente a las situaciones de opresión, de esclavitud, de discriminación. Roguemos al Señor.

Para que todos los que participamos en la misa de nuestra parroquia de Valdefierro, salgamos hoy con una palabra llena de vida, la que hemos puesto en el altar, y que esa palabra llegue a cada rincón de nuestro barrio por nuestra presencia. Roguemos al Señor.

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