miércoles, 20 de mayo de 2009

NO ACEPTEMOS UN FRACASO EDUCATIVO

Asociación Las Estrellas.
(Publicado en El Porche nº 10, Mayo 2009)

Poner en cuestión a estas alturas la importancia de la formación de las personas, especialmente las más jóvenes, es improcedente. Obviado esto, lo mejor que podemos hacer en primer lugar es sentirnos conscientes de que tenemos un grave problema educativo a nivel nacional.

De acuerdo con los informes PISA, España se sitúa en los últimos puestos de las naciones avanzadas en cuanto al rendimiento del alumnado en su sistema educativo.

Como casi siempre que conocemos una carencia en la que interviene la economía, echamos la culpa del problema a ésta; pero, según los expertos, este tema no es sólo de variable económica, hay más factores que inciden en la formación de los alumnos, por los cuales se ha llegado a la situación de que éstos no solamente saben poco, sino, y esto es lo más grave, que estén en el 31% de abandono escolar.

Esto, como suele decirse, no se puede aguantar, no tanto por el gasto económico que ha supuesto cada alumno que abandona su formación, sino por la pérdida de potencial humano que ello supone.

Desde hace varios años se sabe del bajo rendimiento, de la agresividad, de las situaciones de estrés que soportan los profesores, de la pasividad familiar, de…bueno, se saben muchas cosas que conforman un desgarrado panorama que debemos asumir como de obligado cumplimiento el superarlo, pues no corresponde ni de lejos con nuestra posición de octava o novena economía mundial y con nuestro nivel tecnológico y científico; aún no siendo éstos muy boyantes.

Finlandia es un país nórdico pegado allá a un extremo de Rusia, junto al Mar Báltico, “el país de los mil lagos”, que decíamos antes. Este país no tiene recursos naturales y su himno nacional dice “…somos un país pobre, que no tiene oro. El recurso que tenemos es nuestro pueblo”. Y como son conscientes de eso y han creído en sus posibilidades, este país destaca en todos los informes sobre la enseñanza por el alto nivel de su población estudiantil que llega a que sólo haya un fracaso escolar por cada doscientos alumnos. Para los finlandeses no es suficiente que una sociedad posea algunas personas muy capacitadas. Toda la sociedad tiene que tener la posibilidad de formación durante toda la vida.

Si Finlandia ha sido capaz de llegar a tan altos niveles escolares de éxito, nosotros también podemos hacerlo sin necesidad de inventar la pólvora, que ya está inventada, sino simplemente imitándoles, copiando de ellos lo que necesitemos copiar. Y creyéndonos de verdad que la formación es una necesidad como el comer y el vestir. Algo que está por encima del color político y a lo cual no se debe echar mano con soflamas populistas ni demagógicas para obtener votos.

Es urgente, y hasta podríamos decir que en conciencia estamos obligados, a terminar con nuestro fracaso educativo. Es necesario un gran pacto social en el que participen todos los agentes: padres, profesores, gobiernos y alumnos para enderezar el rumbo de esta nave llamada Educación que va a la deriva y sobre la cual nos estamos conformando en su inevitable fracaso. Si queremos, podemos evitarlo y hacerla llegar a los puertos del éxito.

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