domingo, 11 de enero de 2015

NUESTRO BAUTISMO, NUESTRO COMPROMISO

Eucaristía del domingo, 11 de enero de 2015. Bautismo del Señor


Monición de entrada.-

Muy buenos días a todos. Hoy es la última de las celebraciones de la Navidad: el bautismo de Jesús. Aunque hayamos empezado ya a trabajar o estudiar, aunque hayan empezado las rebajas o se hayan quitado los adornos de las casas y las calles, todavía es navidad.

Ahora vamos a cerrar los ojos e imaginarnos que estamos en medio del río Jordán, en el año 30 bautizándonos con Jesús.
¡Qué fresquita está el agua!

El río Jordán se parece al Ebro. Es el único río importante de la zona, aunque más pequeñito (solo 300 Km, mientras el Ebro tiene 900); el valle por donde pasa es bastante desértico, como Aragón, y solo el agua de este río hace que aparezca una especie de oasis en sus orillas, mientras lo demás es polvo, viento y sol. Por eso los aragoneses entendemos bien que Jesús eligiera el Jordán para bautizarse, porque significaba la vida para el pueblo de Israel, como el Ebro significa para nosotros.

Seguimos imaginando con los ojos cerrados. Seguimos estando en medio del río, pero ahora en el año 2015. Hoy el río Jordán es una frontera. Si miramos al oeste, veremos tierras del estado de Israel, arrebatadas a los palestinos. Es una zona llena de minas y alambradas, con militares vigilando desde sus garitas y con los accesos prohibidos. El suelo está devastado, con vegetación escasa y solo se ven a lo lejos los restos quemados y resecos de algunas palmeras.

Si miramos al este, vemos un territorio que pertenece al estado de Jordania. Es un parque natural, y tiene la flora y fauna características de la zona sin que se haya destruido el hábitat por la mano del hombre: palmeras, plantas espinosas, arbustos. ¡No nos podemos ni imaginar que esto pasara en el Ebro!

Ahora vamos a salir del río. Acabamos de bautizarnos. Salimos mojados, pero limpios, frescos y alegres; un poco desorientados porque tenemos los ojos cerrados, y no sabemos a qué lado de la frontera nos ha tocado salir. ¿Nos pegarán un tiro los soldados? ¿O saldremos a la orilla de la tranquilidad?

Abrimos los ojos. Y miramos a nuestro alrededor ¿En qué lado de la frontera estamos realmente cada uno de nosotros? ¿Qué hemos hecho cada uno de nosotros de nuestra tierra, de nuestro barrio, de nuestra casa: un lugar donde vivir, o un lugar para sobrevivir?

¿A qué nos compromete el que estemos bautizados?


Monición para la primera lectura.-

¡Menudos piropos nos echa Isaías en la primera lectura! Que si el amado, que si el predilecto, el elegido, que soy el que te llevo de la mano… Intentaremos hacernos a la idea de que es a nosotros mismos a quien Dios nos los dedica.


Monición para la segunda lectura.-

Estemos en el lado de la frontera que estemos, Dios no hace distinciones: ama a aquel que practica la justicia.


Monición para el Evangelio.-

San Marcos nos relata muy sencillamente el bautismo de Jesús, pero recalca lo importante: en el bautismo no es importante el agua, sino el Espíritu Santo que recibimos.


Peticiones.-

1-    Por todos los que estamos bautizados, para que eliminemos las fronteras que surgen entre las personas. Roguemos al Señor.

2-    Para que se nos note en nuestra actividad diaria que somos los preferidos de Dios, y vayamos repartiendo alegría allá donde estemos. Roguemos al Señor.

3-    Para que llegue por fin la paz a esa tierra de Israel y Palestina, devastada por interminables guerras por la falta de confianza entre los pueblos árabe y judío. Roguemos al Señor.

4-    Por todos los niños del mundo que van a recibir el bautismo durante este año, para que sus padres, padrinos y familiares les enseñen a amar y respetar a su prójimo. Roguemos al Señor.

5-    Por todos los que dedican su esfuerzo y hasta su vida para llevar el bautismo y sus consecuencias a todos los rincones del mundo. Para que Dios les reconozca como sus predilectos. Roguemos al Señor.


Acción de gracias.-

Desde el día de mi bautismo, Dios me hizo hijo suyo.

Pero cuando hago algo por los demás, soy su amado.

Cuando escucho su palabra, soy su elegido.

Cuando pido ayuda porque soy débil, soy su predilecto.

Cuando miro al cielo, me siento su servidor.

Cuando soy semilla de justicia y perdón, soy su preferido.

Allá donde vayan mis pasos, soy un privilegiado.

Soy el favorito de mi Señor, porque me da la vida y la alegría.

Me siento mimado cuando me acerco a ti.

Gracias por no dejarme nunca de tu mano.

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