domingo, 2 de noviembre de 2014

DIOS DE VIDA


CELEBRACIÓN DEL DÍA DE DIFUNTOS (2/11/2014)

MONICIÓN DE ENTRADA


¡Baja a Dios de las nubes! Porque no es un Dios lejano, ni de altares, ni de imágenes, ni de nubes. ¡Tráelo a tu fábrica, a tu colegio, a tu casa; a tu vida! Porque Dios vive en ti, en mí, en cada ser humano. ¡No es un Dios de muertos, es el Dios de la Vida! Por eso, hoy, no queremos celebrar el día de los muertos sino de los vivos. De todas aquellas personas que un día sentimos que nos dejaban, pero que siguen viviendo muy cerca de nosotros. Una vida que no entendemos, porque se escapa a nuestras limitaciones, pero una vida plena: la misma vida de Dios. Nunca podremos comprender desde nuestra razón el misterio de la muerte. Pero sí podemos sentir con el corazón y reconocer desde nuestra experiencia la cercanía y la vida de todos aquellos que amamos y que ya no están físicamente con nosotros. Celebremos pues, con alegría, el “paso”, la Pascua, de todos nuestros seres queridos; y demos gracias al Padre por el regalo de sus vidas.



PERDÓN

Padre, muchas veces te culpamos de todas aquellas cosas que no entendemos. Somos torpes y débiles pero nos gusta jugar a ser dioses. Juzgamos, nos criticamos, nos hacemos daño y creamos situaciones de muerte a nuestro lado. Nos cuesta reconocer nuestros errores. Nos sentimos prepotentes y autosuficientes. No nos dejamos amar por ti. Padre, ayúdanos a ver y a disfrutar la Vida tal y como tú la has soñado para nosotros.



PRIMERA LECTURA: El Sacramento de la colilla


-Papá, ¿Qué guardas en esa cajita?

-En el fondo de esta cajita se encuentra un pequeño tesoro: una colilla de cigarro de picadura. No parece muy interesante, ¿verdad? Sin embargo, esta insignificante colilla tiene una historia única que habla al corazón y posee un gran valor de recuerdo y añoranza.

-¿Nos cuentas esa historia?

-Os la voy a contar. Se trata del sacramento de la colilla.

-¿Sacramento? Yo creía que los sacramentos eran otros, como el bautismo, la eucaristía…

-Lo vas a entender enseguida. Escucha:
Fue hace muchos años, cuando tú aún no habías nacido y yo era un joven que trabajaba en otro país para poder ayudar económicamente a la familia. Lo recuerdo muy bien. Era una mañana de verano y el cartero me trajo la primera carta de la patria. La abrí rápidamente. Escribieron todos los de la casa; aquello parecía casi un periódico.

-¡Cuenta, cuenta papá, qué decía la carta!

- La carta decía así: “Querido hijo, tenemos para ti una hermosa noticia; una noticia que contemplada desde la fe es motivo de alegría para todos. Hace pocos días Dios descendió al seno de nuestra familia, nos miró uno a uno, y escogió para sí al más perfecto, al más santo, al más duro , al mejor de todos, al más próximo a él, nuestro querido papá. Dios no lo llevó de entre nosotros, sino que lo dejó todavía más entre nosotros. No arrancó a papá de la alegría de nuestras fiestas sino que lo dejó más fuerte en la memoria de todos nosotros y lo hizo más presente. No lo llevó, lo dejó. Papá no partió, sino que llegó. Se quedó entre nosotros para ser más padre, más esposo, más amigo.”

-Te comunicaron que había muerto el abuelo, ¿no papá?

-Sí, hija. En aquella carta cada uno de mis hermanos daba su testimonio. Y yo descubrí cómo, en medio de las lágrimas, me brotaba una serenidad profunda. La fe ilumina y elimina lo absurdo de la muerte.

-¿Y qué pasó después…?

-Al día siguiente, en el sobre que me anunciaba la muerte, percibí una señal de vida que me había pasado desapercibida: una colilla amarillenta de un cigarro de picadura. Era el último que había fumado mi padre. La intuición sacramental de una de mis hermanas la movió a colocar esta colilla de cigarro en el sobre. Desde entonces, la colilla ya no es una colilla de cigarro. Es un sacramento. Está vivo y habla de la vida. Acompaña a la vida. Su color típico, su fuerte olor y lo quemado de su punta lo mantienen aún encendido en nuestra vida. Recuerda y hace presente a la figura del padre. Y mantiene vivos en nosotros todo lo que de su boca oímos y de su vida aprendimos.

-Ahora entiendo… los sacramentos de la vida.



HOMILÍA

Como hemos visto en la lectura del sacramento de la colilla, un sacramento es hacer a alguien realmente presente a través de un signo. Jesús se nos muestra tal y como es en la Eucaristía, en el compartir el pan. Así lo reconocieron los discípulos de Emaús y así lo vemos y sentimos en nuestras vidas cuando estamos aquí reunidos ante el altar. Jesús se hace presente en el mundo de mil maneras. Tenemos reconocidas unas cuantas por ser momentos especiales, claves, en nuestra vida: el bautismo, la confirmación, el matrimonio… Pero en los gestos más sencillos de la vida cotidiana también está él; y lo podemos descubrir si estamos atentos, con el corazón abierto.
De la misma manera, todos nuestros seres queridos que un día dejaron esta vida y que ahora viven en Dios de una manera plena que nosotros nunca llegaremos a entender con la razón, ellos, también son sacramento para nosotros. Y ahora, más que nunca, se hacen presentes en tantas cosas…: En algo tan simple como nuestros gestos, actitudes, maneras de hablar, de comportarnos, en nuestro genio, simpatía, timidez, en experiencias y lugares compartidos, en valores y maneras de entender la vida… Sí, Dios no se los lleva, sino que los deja en medio de nosotros, dentro de nuestra vida, nuestra realidad…donde Dios mismo se encuentra. Y nos siguen regalando su amor, su luz. Una luz que brilla continuamente y que, en lugar de dejarnos tristeza y vacío, ha de provocarnos gozo, alegría. La alegría que nos da la fe de sentirnos amados por aquel que nos amó primero y sobre todas las cosas.

Vamos a realizar un gesto. Pondremos el nombre de alguna de esas personas que han dejado esta vida en nuestra estrella. Y luego la colocaremos en medio del mundo, con Dios, junto al altar. De esta manera queremos rendirles homenaje y decirles que sabemos que siguen a nuestro lado y que nos sentimos amados por ellos.




PETICIONES


(Contestaremos todos: Danos tu luz, Jesús)

1.- Jesús, te pedimos por nuestra Iglesia y por todas las Iglesias del mundo. Que sean para el mundo un ejemplo del amor que Dios nos tiene y sepan transmitir esperanza y alegría. Danos tu luz, Jesús.

2.- Jesús, te pedimos por nuestros gobernantes. Que todos sus esfuerzos sean para conseguir una vida más justa para la humanidad y de esta manera pueda reinar la paz en todas las naciones. Danos tu luz, Jesús.

3.-Jesús, te pedimos por todas aquellas personas que sufren situaciones de muerte en esta vida: las víctimas de malos tratos, los que se encuentran solos, tristes y desesperados, los enfermos que han perdido la esperanza, los que no encuentran la manera de sacar adelante a sus familias, los esclavos de la corrupción. Que todos puedan encontrar una luz que dé esperanza a sus vidas. Danos tu luz, Jesús.

4.-Jesús, te pedimos por nuestros seres queridos que un día dejaron esta vida. Que sigan cuidando de nosotros junto a ti, y que sigan siendo para todos sacramento de alegría y esperanza. Danos tu luz, Jesús.

5.-Jesús, te pedimos por todos nosotros. Que sepamos agradecer cada día el regalo de la vida y no perdamos la fe en la utopía de que es posible construir entre todos un mundo mejor y más justo. Danos tu luz, Jesús. 
 
 

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