domingo, 31 de marzo de 2019

CUARESMA ES TIEMPO DE... ABRAZO

CUARTO DOMINGO DE CUARESMA –DOMINGO 31 MARZO 2019
MONICIÓN DE ENTRADA
¡Buenos días hermanas y hermanos! Hoy, cuarto domingo de cuaresma, Jesús nos va a presentar a través de una parábola uno de los regalos más bonitos de Dios: el abrazo. En este tiempo de recogimiento y oración, estamos invitados a vivir la fuerza liberadora y sanadora del abrazo de Dios; a sentirla en nuestra persona y a ayudar a otros a vivirla.
Todos hemos experimentado alguna vez distintos tipos de abrazos: Algunos alegres,  como los de bienvenida, encuentro o acogida; abrazos de felicitación por un logro obtenido; abrazos de perdón,… Otros abrazos son tristes,  como los de despedida o de pérdida. También conocemos abrazos de conveniencia, protocolarios, de esos de quedar bien, que suelen ser fofos y poco consistentes. Unas veces somos nosotros los que iniciamos el abrazo, otras veces es el otro… y hay abrazos que surgen a la vez por parte de las dos personas. Incluso hay abrazos entre tres personas o más, abrazos multitudinarios.
El abrazo de Dios recoge casi todos estos casos, digo casi todos porque nunca es un abrazo de conveniencia. Además, Él siempre va a ser quien inicie el abrazo; por mucho que nosotros queramos tener la iniciativa, Él siempre nos gana. El de Dios es un abrazo que se inicia con los brazos muy abiertos para después cerrarlos fuertemente sobre nosotros; un abrazo muy apretado, pero sin duda liberador.
Vivamos la Eucaristía sintiendo el abrazo del amor de Dios en cada uno de nosotros.
PETICIONES DE PERDÓN
-Con frecuencia nos alejamos de Dios para vivir la vida a nuestra manera, nos perdemos y nos cuesta volver. Señor, ten piedad.
-A veces nos sentimos superiores a los que no piensan como nosotros, a los que son diferentes, a los que no comulgan con nuestra fe. Cristo, ten piedad.
-En ocasiones nos resulta difícil salir al encuentro del otro para dar un abrazo de acogida, de perdón, de paz. Señor, ten piedad.
HOMILÍA
¡Cuántas veces habremos escuchado esta parábola! No sólo los adultos sino también los niños. Yo la recuerdo desde que era pequeña y entonces me parecía un cuento precioso que se inventó Jesús para enseñar a sus amigos lo grande que es el amor de Dios. A lo largo de la vida, la he ido interpretando con distintos matices, según el momento en el que me encontraba.
La parábola es de una riqueza maravillosa. Todos podemos ponernos en la piel de cada uno de sus personajes, tan reales y actuales como la vida misma.
-¿Quién no se ha reconocido alguna vez en el hijo pequeño? Y, ¿cuántos hijos pequeños conocemos?
“Para mí Dios es alguien lejano, alguien que me incomoda, un obstáculo para vivir la vida”
“Yo no sé si creo o no creo en Dios. Realmente no me hace falta. Tengo todo lo que necesito”
“Dios no aporta nada. Si fuera tan bueno y lleno de amor, no habría enfermedades, ni catástrofes, ni dolor, ni tristeza, ni muerte…”
“No sé quien es Dios. No le conozco. Solo conozco la guerra, el hambre, el maltrato, el paro, la opresión, la persecución…”
-¿Y el hermano mayor? Los cristianos sabemos mucho de comportarnos como el hermano mayor. En el teatro de la vida, hemos representado tantas veces ese papel y seguimos haciéndolo…
“Yo cumplo con mi trabajo,  pago mis impuestos, cuido de mi familia y salgo adelante con mis problemas y dificultades. No es justo que los que vienen de fuera y ni siquiera trabajan tengan incluso más derechos que yo”
“Toda la vida preocupándome por mis hijos, para que luego no sepan valorar todo lo que he hecho por ellos”
“¡Madre mía, cómo está el mundo! ¡Perdidico de la mano de Dios!  Tanta libertad y tanta manga ancha… Más mano dura es lo que hace falta!”
“Hay cosas que no se pueden perdonar”
-Esto parece un desastre… pero nos queda el personaje más importante de la parábola: el Padre bueno. Dios, el padre bueno, nos ama, nos acoge, nos perdona, nos abraza. Hoy, contemplando y escuchando a nuestro mundo con tantas ofertas, tantas normas, tan conectado y a la vez tan necesitado de abrazos… queremos poner nuestra mirada de una forma especial en el abrazo de Dios.
Dios actúa a través de nosotros. Podemos ser abrazo para los demás. Podemos actuar en nuestra vida como el padre bueno.
“No espero a ver pasar la vida indiferente y pasivo. Salgo todos los días al camino de mi vida cotidiana con los brazos abiertos, buscando con mi mirada todas las situaciones que me salgan al encuentro y que pueda sanar, mejorar o alegrar”
“Abrazo las realidades que se me presentan de la mejor manera que puedo, aceptando y respetando, sin juzgar.”
“Regalo mi sonrisa al que está sufriendo, aunque no piense como yo. Trato de liberar sin exigir, sin preguntar.”
“Cubro de besos al mundo, porque no hay otro, porque todos somos hermanos y porque todos tenemos derecho a ser felices”


PETICIONES (Repetiremos todos: “Danos Señor, tu abrazo”
1.- Te pedimos, Señor, por nuestra Iglesia y por todas las Iglesias del mundo. Que su prioridad sea acoger y abrazar todas las situaciones de dolor y sufrimiento sin juzgar, para que la fuerza liberadora de Dios llegue a todos los rincones donde haya necesidad. Danos, Señor, tu abrazo.
2.- Te pedimos, Señor, por todas las personas que se alejan de ti para abrazar otros “dioses”: el consumo, el egoísmo, la indiferencia, el poder,  la violencia, la comodidad… Dales la fuerza para regresar al camino donde tú te encuentras esperando con los brazos abiertos y llenos de amor. Danos, Señor, tu abrazo.
3.-Te pedimos, Señor, por todas las personas que sufren las consecuencias de la guerra, la enfermedad, la soledad, el maltrato, la falta de trabajo…; por cada uno de tus hijos e hijas que lo está pasando mal. Que sepamos ser para ellas el abrazo que necesitan a través de nuestro respeto, denuncia y acogida. Danos, Señor, tu abrazo.
4.- Te pedimos, Señor, por nuestra madre Tierra que desde siempre nos ha acogido con sus ríos, océanos, plantas, bosques, animales, sus montañas y valles…. Que entre todos decidamos de una vez cuidarla y abrazarla como se merece. Danos, Señor, tu abrazo.
5.-Te pedimos, Señor, por todos nosotros que en muchas ocasiones nos comportamos llenos de soberbia y egoísmo como el hijo mayor de la parábola. Danos la humildad necesaria para comprender a los demás y para ponernos al servicio de quien lo necesite. Danos, Señor, tu abrazo.
GESTO DE LA PAZ
Algunos voluntarios se colocan carteles de “abrazos gratis” y recorren la Iglesia regalando abrazos a todos.
ORACIÓN DEL ABRAZO
Señor,
enséñame a dar abrazos que acaricien el alma
y sean ternura que envuelve
el corazón que los recibe.
Enséñame a dar abrazos
con cada palabra,
que alegre a la persona que lo recibe.
Ayúdame a tener deseos de dar abrazos
que corran hacia las necesidades
de afecto de mis hermanos.
Que ellos sanen y devuelvan el gozo,
que sostengan al que está por derrumbarse
y levanten al que está abatido.
Enséñame a regalar abrazos
que rompan todos los miedos,
que derrumben toda barrera.
Dame la valentía de dar abrazos
que duren minutos y se prolonguen toda la vida.
Abrazos que sean eternos
porque el amor nunca acaba.
No permitas, Señor,
que pierda la capacidad
de abrazar con el cuerpo y con el alma.
Porque el tiempo, la vida y las oportunidades pasan
y mi ser empequeñece
cuando no brindo todo aquello
que está en mí como don.
Dame Señor
el deseo y la sinceridad
para amar en cada abrazo.
Que cada abrazo que desde hoy regale
sea desde tus mismas entrañas de amor.
Amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario