lunes, 11 de abril de 2016

ABRE LOS OJOS, ¡ES JESÚS!

Misa Dominical 10 de abril de 2016. Parroquia Nuestra Señora de Lourdes. Valdefierro



Monición de entrada


Buenos días. Tercer domingo de Pascua. La iglesia nos propone que insistamos en la experiencia de la resurrección. En el evangelio de hoy vemos como cambia la vida de los que la experimentan. No hay mucho que hablar de este tema. No se trata de hacer un discurso ni de razonar sobre la resurrección de Jesús. Se trata de vivir, de experimentar. Si realmente nos encontramos con el Resucitado, si lo reconocemos, seguramente cambiará nuestra manera de hacer las cosas, de enfrentarnos a nuestros retos, a nuestro trabajo, a nuestros problemas, y también cambiarán los resultados. Hay que seguir con nuestra vida, pero no podemos dejar de estar atentos y reconocer a Jesús, que nos aparece en mil ocasiones diarias. Y una vez que o reconozcamos, hacerle caso, seguir sus indicaciones. Y por supuesto, DAR EL CORAZON en las cosas que iniciemos, ser 100% y CONMOVERNOS, actuar como Jesús quiere, con MISERICORDIA.

Aprovechemos nuestra celebración de hoy para tratar de mejorar nuestra atención y reconocer a Jesús resucitado que se asoma a nuestra vida y nos indica donde echar la red. Se expresa en nuestros vecinos, en nuestros amigos, en nuestra familia, en los necesitados, en los refugiados, en los parados, en los marginados, en los inmigrantes, en los enfermos, en los solitarios, en los transeúntes, incluso en nuestros conflictos, en nuestras dudas y dificultades.


Perdón


Jesús, tú siempre caminas a nuestro lado cuando sufrimos y luchamos, pero nos cuesta reconocerte. Señor ten piedad


Jesús, tú sales a nuestro encuentro en los momentos de alegría, pero entonces muchas veces no te buscamos. Cristo ten piedad


Jesús, te encontramos a ti cuando animamos a los que nos necesitan, pero frecuentemente no nos damos cuenta de que en ellos estás tú. Señor ten piedad 

Monición a las lecturas


Vamos a fijarnos atentamente en las lecturas de hoy. Todas nos hablan de una nueva realidad en la que si reconocemos a Jesús resucitado y seguimos sus indicaciones y su ejemplo, nos va a permitir cambiar nuestra realidad, vamos a poder vivir de acuerdo a nuestra más profunda realidad humana en la que la solidaridad, la justicia, el amor, nos acercan a nuestro creador. Para construir el Reino, tenemos que encontrarnos con Jesús y seguirle.  

Oración de los fieles


Acerquémonos con confianza a pedir ayuda a Jesús que nos espera en la orilla con el pez y el pan. Respondemos todos: Dinos donde echamos la red


Por todas las personas que necesitan de nuestro apoyo y nuestro cariño para recuperar la fe en la humanidad y en Jesús. Oremos


Para que en nuestra comunidad de Valdefierro tengamos los ojos abiertos y no dejemos pasar a Jesús resucitado en el que sufre sin verlo. Oremos


Para que sepamos empujar a nuestra satisfecha sociedad del consumo hacia el bien común y caminemos hacia una sociedad acogedora, humana y justa. Oremos


Por todos los niños que sufren las consecuencias de las políticas económicas injustas que sus mayores hemos establecido en el mundo y pasan hambre, no tienen educación, mueren intentando llegar a nuestras costas o son marginados de mil maneras. Oremos


Para que nuestra Iglesia tenga el valor de echar la red donde Jesús nos está diciendo y no tengamos miedo de abandonar nuestra comodidad. Oremos  

Oración después de la comunión 

ECHA LAS REDES

Desde que Tú te fuiste no hemos pescado nada.
Llevamos veinte siglos echando las redes de la vida
y entre sus mallas sólo pescamos el vacío.
Vamos quemando horas y el alma sigue seca.
Nos hemos vuelto estériles
lo mismo que una tierra cubierta de cemento.

Y una tarde Tú vuelves y nos dices:
"Echa tu red a la derecha,
atrévete de nuevo a confiar, abre tu alma,
saca del viejo cofre las nuevas ilusiones,
dale cuerda al corazón, levántate y camina."


Y lo hacemos sólo por darte gusto.
Y, de repente, nuestras redes rebosan alegría,
nos resucita el gozo,
y es tanto el peso de amor que recogemos
que la red se nos rompe cargada
de ciento cincuenta nuevas esperanzas.


¡Ah, Tú, fecundador de almas: llégate a nuestra orilla,
camina sobre el agua de nuestra indiferencia,
devuélvenos, Señor, a tu alegría.


                                                J.L.M. Descalzo




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