EDITORIAL
No a todo el mundo le sienta bien cumplir cincuenta años. Los que sí lo celebran piensan que llegar a esa edad es un motivo de alegría; pero también les mueve a la reflexión: ya han vivido mucho, empiezan a ver el límite de su propia existencia, saben ya de qué va la vida (¡cuántas experiencias, desengaños, achaques, pérdidas… llevan acumulados!); sin embargo, están convencidos de que hay que seguir viviendo la vida plenamente, pese a todo…
También en nuestra Parroquia, que cumple cincuenta años, debemos alegrarnos y reflexionar. Alegrarnos por tanta vida compartida… Reflexionar, porque de los aciertos y errores del pasado podemos aprender para el futuro, para poder seguir desempeñando ese múltiple servicio que ha caracterizado a la Parroquia en nuestro Barrio. ¿De dónde nace ese servicio? ¿Qué es lo que da sentido a estos cincuenta años y a todos los que puedan venir detrás? La convicción que nuestra comunidad parroquial tiene de que cambian las personas y las cosas, pero el Resucitado sigue siempre en medio de nosotros, caminando a nuestro lado, avivando el fuego de la fe junto al que nos invita a compartir el pan y el vino, enseñándonos con el ejemplo de su vida y su muerte que quien quiera ser el mayor ha de ser el servidor de todos.
J. Pedro Tosaus
Enhorabuena, querida comunidad! Mis padres me contaron todos los festejos, me uno a vuestra alegria. Si Dios quiere, en agosto nos veremos de nuevo. Un abrazo desde Brasil y feliz Pascua de Resurrección, Miguel TAboada, javeriano
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