Con el adviento llega el nuevo número de nuestra revista "El Porche", el número 55.
https://drive.google.com/file/d/1-CyoALDNNQi7vuywIjqcxHwoxNJWsrJJ
En sentido literal, “periferias” se refiere a los barrios situados en los márgenes de las grandes ciudades. Tales periferias son observatorios privilegiados de la realidad, pues en ellas se ven con mayor claridad los efectos y consecuencias de nuestro sistema económico-social, de nuestras leyes y de las maneras de funcionar de nuestras instituciones. De ahí recibimos una luz importante con el movimiento asociacionista, por ejemplo: la gente se organiza para ayudar a la gente.
En un sentido más amplio, las periferias son todo ámbito donde la realidad no responde a los clichés estereotipados de la sociedad sobre lo que ha de ser la vida ideal. Eres “periferia”, por ejemplo, si pesas de más, si tienes alguna discapacidad física o mental, si padeces ciertas enfermedades crónicas, si tu comportamiento y apariencia no son “políticamente correctos”, si te mueres de hambre en África o si eres objeto de trata de personas en Europa… De estas periferias también recibimos una luz importante, porque nos invitan a cuestionar esos clichés y a ensanchar la mirada y el corazón.
Cristo es un hombre de las periferias: nace entre animales en un establo, es inmigrante y refugiado político en Egipto, vive en Nazaret (una ciudad de mala fama incluso para los galileos, que también son “periféricos”), es un rabino atípico (elige a sus discípulos, en lugar de esperar a que los discípulos lo elijan a él; y, además, tiene discípulas…), es rechazado y condenado por las autoridades judías y también por las romanas, y acaba ejecutado en una cruz en la periferia de Jerusalén. Además, Jesús se identifica con los “periféricos”, como deja claro en la escena del Juicio Final de Mateo 25: “tuve hambre y (no) me disteis de comer”…, “cada vez que (no) lo hicisteis con uno de estos, mis pequeños hermanos, conmigo lo hicisteis (dejasteis de hacerlo)”. Y, por último, actúa en las periferias, sanando a los enfermos y buscando sobre todo a los pecadores (“periféricos” también), y más a los más pecadores. De este Cristo “periférico” también nos llega una luz grande, la que nos permite ver el amor que Dios nos tiene y nos mueve a cambiar el corazón y a colaborar con Él en su misión en las periferias del mundo.
J. Pedro Tosaus
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