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Para ir abriendo boca os dejamos aquí el editorial:
EDITORIAL
Vivir desde
dentro no siempre resulta positivo. Como botón de muestra, la persona
depresiva: vive desde un “dentro” que la oprime y sumerge en un paisaje
tenebroso y desesperanzador, que se le impone en su propio interior antes de
proyectarse sobre su exterior.
Además,
como bien sabemos, de dentro de nosotros vienen las malas intenciones, la
maldad, la malicia y ese sinfín de sentimientos agresivos negativos que tantas
cosas rompen en nuestro mundo y hacen, como dice Jesús, “impuro” al ser humano.
Es verdad,
sin embargo, que entrar dentro de uno mismo puede permitirnos descubrir poco a
poco la misteriosa “selva encantada” que constituye nuestro mundo psíquico, con
toda su inimaginable riqueza. Y con el tiempo podemos hasta acostumbrarnos a
vivir conscientemente desde allí, poniendo una sutil distancia última entre lo
que nos sucede y nuestro propia realidad interior. Algunos místicos llaman a esto el
“descubrimiento del alma”, pero nos recuerdan que este hecho fascinante aún no
es el final del camino.
Más hondo
todavía está el “dentro” que constituye el cimiento de nuestra propia vida, lo
que podríamos llamar la huella de Dios en nosotros...
Pero el
“dentro” desde el que este número de la revista El Porche nos invita a vivir no
es ninguno de los niveles anteriores de vida mental o espiritual que he
mencionado. Se trata de un “dentro” que está habitado, y en el que nunca
estamos solos, ni abandonados, ni faltos de amor. Jesús, en el evangelio de
Juan, nos dice que el Habitante de ese “dentro” es él, junto con el Padre y el
Espíritu Santo: “Vendremos a él [a la persona creyente] y haremos morada en
él”. Una promesa de futuro que, para todo creyente sincero, es ya realidad
presente…
J. Pedro Tosaus
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