Monición de entrada.-
Muy buenos días a
todos. Hoy es la última de las celebraciones de la Navidad: el bautismo de
Jesús. Aunque hayamos empezado ya a trabajar o estudiar, aunque hayan empezado
las rebajas o se hayan quitado los adornos de las casas y las calles, todavía
es navidad.
Ahora vamos a cerrar
los ojos e imaginarnos que estamos en medio del río Jordán, en el año 30
bautizándonos con Jesús.
¡Qué fresquita está el agua!
¡Qué fresquita está el agua!
El río Jordán se parece
al Ebro. Es el único río importante de la zona, aunque más pequeñito (solo 300
Km, mientras el Ebro tiene 900); el valle por donde pasa es bastante desértico,
como Aragón, y solo el agua de este río hace que aparezca una especie de oasis
en sus orillas, mientras lo demás es polvo, viento y sol. Por eso los
aragoneses entendemos bien que Jesús eligiera el Jordán para bautizarse, porque
significaba la vida para el pueblo de Israel, como el Ebro significa para
nosotros.
Seguimos imaginando
con los ojos cerrados. Seguimos estando en medio del río, pero ahora en el año
2015. Hoy el río Jordán es una frontera. Si miramos al oeste, veremos tierras
del estado de Israel, arrebatadas a los palestinos. Es una zona llena de minas
y alambradas, con militares vigilando desde sus garitas y con los accesos
prohibidos. El suelo está devastado, con vegetación escasa y solo se ven a lo
lejos los restos quemados y resecos de algunas palmeras.
Si miramos al este,
vemos un territorio que pertenece al estado de Jordania. Es un parque natural,
y tiene la flora y fauna características de la zona sin que se haya destruido
el hábitat por la mano del hombre: palmeras, plantas espinosas, arbustos. ¡No
nos podemos ni imaginar que esto pasara en el Ebro!
Ahora vamos a salir
del río. Acabamos de bautizarnos. Salimos mojados, pero limpios, frescos y
alegres; un poco desorientados porque tenemos los ojos cerrados, y no sabemos a
qué lado de la frontera nos ha tocado salir. ¿Nos pegarán un tiro los soldados?
¿O saldremos a la orilla de la tranquilidad?
Abrimos los ojos. Y
miramos a nuestro alrededor ¿En qué lado de la frontera estamos realmente cada
uno de nosotros? ¿Qué hemos hecho cada uno de nosotros de nuestra tierra, de
nuestro barrio, de nuestra casa: un lugar donde vivir, o un lugar para
sobrevivir?
¿A qué nos compromete
el que estemos bautizados?
Monición para la primera lectura.-
¡Menudos piropos nos
echa Isaías en la primera lectura! Que si el amado, que si el predilecto, el
elegido, que soy el que te llevo de la mano… Intentaremos hacernos a la idea de
que es a nosotros mismos a quien Dios nos los dedica.
Monición para la segunda lectura.-
Estemos en el lado de
la frontera que estemos, Dios no hace distinciones: ama a aquel que practica la
justicia.
Monición para el Evangelio.-
San Marcos nos relata
muy sencillamente el bautismo de Jesús, pero recalca lo importante: en el
bautismo no es importante el agua, sino el Espíritu Santo que recibimos.
Peticiones.-
1- Por todos los que estamos bautizados,
para que eliminemos las fronteras que surgen entre las personas. Roguemos al Señor.
2- Para que se nos note en nuestra
actividad diaria que somos los preferidos de Dios, y vayamos repartiendo
alegría allá donde estemos. Roguemos al
Señor.
3- Para que llegue por fin la paz a esa
tierra de Israel y Palestina, devastada por interminables guerras por la falta
de confianza entre los pueblos árabe y judío. Roguemos al Señor.
4- Por todos los niños del mundo que van
a recibir el bautismo durante este año, para que sus padres, padrinos y familiares
les enseñen a amar y respetar a su prójimo. Roguemos al Señor.
5- Por todos los que dedican su esfuerzo
y hasta su vida para llevar el bautismo y sus consecuencias a todos los
rincones del mundo. Para que Dios les reconozca como sus predilectos. Roguemos al Señor.
Acción de gracias.-
Desde el
día de mi bautismo, Dios me hizo hijo suyo.
Pero cuando
hago algo por los demás, soy su amado.
Cuando
escucho su palabra, soy su elegido.
Cuando pido
ayuda porque soy débil, soy su predilecto.
Cuando miro
al cielo, me siento su servidor.
Cuando soy
semilla de justicia y perdón, soy su preferido.
Allá donde
vayan mis pasos, soy un privilegiado.
Soy el
favorito de mi Señor, porque me da la vida y la alegría.
Me siento
mimado cuando me acerco a ti.
Gracias por
no dejarme nunca de tu mano.
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